Biomasa, combustible km0 para reducir la dependencia del Gas y del Petróleo
Los combustibles derivados de la madera son renovables, crean empleo local y son neutrales frente al cambio climático. En Euskadi los combustibles de madera son ya la principal energía renovable, pero tenemos la oportunidad de aumentar notablemente su producción para evitar nuestra fuerte dependencia del petróleo y especialmente del gas natural. Es cierto que también la biomasa ha visto como aumentaba el precio en un escenario de inflación generalizada pero sigue siendo, de lejos, una alternativa mucho más rentable que el gas o el gasóleo de calefacción que están sufriendo incrementos exponenciales.
Empresas como Biotermiak, socia de Baskegur, cuenta con una dilatada experiencia en el servicios de ingeniería, instalación, mantenimiento y suministro de sistemas de biomasa que ya funcionan en multitud de instalaciones comunitarias como polideportivos y centros educativos.
Así mismo es destacable el uso de biomasa en centros de investigación referentes como Tecnalia, Neiker, Tknika y en las principales instalaciones con las que cuenta la Ertzaintza en los tres territorios. También se han popularizado las redes de calor que dan servicio a barrios entero generando ahorros muy significativos en la factura de la calefacción.
Apostar por las renovables
En la actualidad, las energías que más se consumen en Euskadi son las derivadas del petróleo (para el transporte) y el gas natural (para producir electricidad y para el consumo de industrias y hogares). Entre ambas formas de energía cubren el 80% de nuestro consumo total y son la clave para la alta dependencia que tenemos del exterior.
La electricidad que consumimos en Euskadi se genera casi al 50% en nuestro propio territorio, pero se produce, en su gran mayoría (90%), a partir de gas natural.
La aportación de las energías renovables, en su conjunto, es todavía baja. Como se ve en la tabla adjunta, de los 6.533 ktep totales apenas 604 ktep, el 9,25%, proceden de fuentes renovables, muy lejos de la media europea. El uso de la biomasa junto con la potenciación de otras energías renovables como la solar y la eólica son la mejor alternativa para reducir nuestra dependencia y cumplir con los objetivos europeos de descarbonización.
¿Qué podemos hacer para reducir nuestra dependencia del gas natural?
Potenciar el uso de la biomasa es una alternativa rápida, económica, que genera actividad económica y respetuosa con el medio ambiente. Es un recurso que forma parte de nuestro territorio y una fuente km0 de abastecimiento renovable.
Teniendo en cuenta el 9,25% total de aportación renovable y este 62,4% de contribución de la biomasa, resulta que en la actualidad ya el 5,7% de toda la energía que se consume en Euskadi procede de la biomasa. Es una cifra apreciable. De hecho, el consumo energético de la biomasa equivale a más de la mitad del gas natural que consume toda la industria vasca y es una cifra que supera al gas que consumen juntos el sector residencial y el de servicios. No se trata por lo tanto de una fuente de energía anecdótica.
Y existe capacidad para poder seguir aumentando la cantidad de equipamientos y sobre todo de empresas que pueden beneficiarse del uso de la biomasa ya que en la actualidad se exporta la mitad de la producción actual de pellets, solo porque no tenemos más instalaciones para consumirlo en Euskadi.
Además, tenemos capacidad para producir más combustibles de madera, como las astillas, a partir de la gestión forestal de nuestros montes. Para ser sostenible, esta gestión forestal se debe hacer sin alterar significativamente los ecosistemas y con garantías de mantenimiento permanente de nuestro inventario forestal.
En países como Suecia o Austria, de tradición maderera, se explota todos los años gran parte del crecimiento de sus bosques, manteniendo ligeramente en positivo el volumen de sus macizos forestales.
En cambio, en Euskadi el porcentaje de madera cortada frente al crecimiento anual del recurso está muy por debajo de esas cifras. Una de las razones para que no se haga una mayor extracción, algo que, por otro lado, ayudaría a la mejora de la conservación de los montes no productivos es el coste elevado de extracción de esa madera ante la falta de una demanda que cubra con esos gastos.
Sin embargo, frente al nivel de precios actuales y previstos a medio plazo para el gas y el petróleo, el coste de las actividades forestales que requiere esa explotación de la biomasa quedaría más que justificado y sería una actividad económicamente viable, además de generar nuevos puestos de trabajo y riqueza en los entornos rurales.
Los árboles que se plantan absorben CO2, que da lugar a la formación de la madera. Cuando el uso es energético, esos combustibles de madera en su utilización, devuelven a la atmósfera el CO2 que han capturado, pero de inmediato la nueva plantación comienza a capturar ese CO2, creándose un ciclo cerrado del CO2 que bloquea cualquier efecto de los combustibles de madera sobre el cambio climático. Por ello el uso de la biomasa km0 acerca a Euskadi a la neutralidad climática a la que estamos obligados como sociedad y a la que nos hemos comprometido a llegar en 2050.